19 May 2010

EL PITO


By: Sylvia Davila MM

Bogotá

Vivo sobre una calle muy transitada cerca de un semáforo. El lugar es una intersección en la que se cruzan dos océanos de carros. Entre las cinco de la tarde y las siete de la noche,  un río de automóviles se instala bajo mi ventana. Cada dos minutos, el tiempo que dura en cambiar el semáforo, todos pitan.  Y lo hacen de cinco a siete todos los días. Los he estado observando.

Supongo que el diseño inicial de un automóvil incluyó un pito con la intención de hacerlo útil. Si alguien va a cruzar la calle desprevenido, se pita. Una tractomula en reversa que no nos ha visto, se pita. Un amigo caminando por el anden, pues sí se pita. Pero en un semáforo? El semáforo cambia y antes que la fisica misma pueda entrar en acción para movilizar la masa todos pitan! A veces, se forma un trancon estrella: el de la derecha tranca al de la izquierda y el de arriba al de abajo, hasta que quedan las cuatro trompas mirándose y ninguno puede avanzar. Y, por supuesto, todos pitan.

Cada uno quiere imponer su propio afán. Si la viejita que lidera el puesto del semáforo se toma más de un tercio de segundo en poner la primera, sacar el cloch y acelerar, la muelen a pito. Y si no es una viejita sino cualquier persona que espera a que cambie el semáforo para poner primera, la muelen a pito. Situación sólo superada por el fenómeno de los peatones. Juicios todos en el anden esperan a que el ya famoso semáforo les de vía. Efectivamente, el río de automóviles se detiene pero no en cualquier forma. Un bus, dos taxis y cuatro motos se detienen con el pie en el acelerador, la primera puesta bajo la mano que empuña la palanca, y los ojos fijos - sin pestañar- en el semáforo. En el instante que el semáforo pasa a amarillo, el bus, los dos taxis y las cuatro motos arrancan sin mirar quien esta pasando o terminando de pasar la calle. Si el peatón es una señora con un caminador para trillizos, o una empleada cargada con bolsas del supermercado, un viejito de bastón, o un simple y común ciudadano, es posible que logren saltar para no ser atropellados pero seguro los muelen a pito. Los que pitan creen tener el derecho de imponer su afán. Los que pitan no solo quieren imponer su propio afán sino ignoran las necesidades de los demás.

Los “pitadores” además de generar polución auditiva son una manifestación diaria de intolerancia y agresividad. He intentado parches para los oídos pero terminé dándole gracias a Dios por mi iPod y mis audífonos./SYLVIA DAVILA MORALES®

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