Copyright
Febrero 17 /2011
Foto: SDMM
Febrero 17 /2011
Foto: SDMM
ENGLISH VERSION
Algo más maravilloso que abrazar a los niños? Difícil. Era mi deporte favorito mientras mis hijos crecieron. Pero ese fue el problema: crecieron. Mis dignos 1.62 mts que durante algunos años me permitieron alzar a uno en cada brazo, decrecieron en directa proporción a cada cumpleaños de ellos. De bebés los alzaba en mis brazos, a los tres años me doblaba para levantarlos, a los siete apenas me inclinaba, a los once nos mirábamos cara a cara antes de abrazarnos, a los quince… tuve que empezar a torcer la nuca hacia el cielo, y a los diecisiete me encontré perdida entre sus barrigas cada vez que los apretaba en mis brazos.
En realidad, la decisión que tomé no tuvo nada que
ver con mi ego reducido en centímetros, o con la acechanza a mi autoridad
aplicada de abajo para arriba, o con la posibilidad de aprender a vivir con
torticolis. Simplemente, quería que el abrazo fuera realmente apambichao. Razón por la cual salí en busca de un banquito que
compensara los centímetros de diferencia. Y lo encontré: pequeño en madera
natural. Mi hija lo pintó y escribió en sus patas delanteras el nombre que le
di: El Hugging Banquito. Lo tenemos
hace más de diez años y su superficie gastada es prueba fehaciente de los
abrazos dados. Mi Hugging Banquito llevará siempre puesto el amor a y de mis hijos.
Gran tesoro. SYLVIA DAVILA MORALES ©
No comments:
Post a Comment