Mirando el rescate de los mineros, se queda uno pensando que si este mundo funcionara siempre como funciona en las tragedias, sería un mundo feliz. Inundaciones, terremotos, incendios, huracanes o mineros atrapados como por arte de magia borran las fronteras, las nacionalidades, las diferencias y la ayuda llueve de todos lados. La naturaleza, el azar o el error humano actúan y este mundo se vuelve uno, circular y conectado, con una sola raza humana actuando. El resultado siempre es bueno: todo el mundo aporta, se comparten conocimientos y recursos, se encuentran soluciones, se salvan vidas. Y todos satisfechos. El mundo entero lo ve, lo siente, lo disfruta. Pero una vez termina la tragedia aterriza la amnesia. Cada uno da media vuelta y se devuelve a su caverna a buscar la forma de mejorar su vida o de cambiar el mundo. Acaban de verlo pero también, como por arte de magia, lo olvidan. Es un fenómeno muy extraño, muy extraño/ SILVIA DAVILA MORALES®