30 August 2010

PROTECCION A PEDERASTAS


By: Sylvia Davila MM
Bogotá
Copyright


ENGLISH VERSION

Todas las religiones tienen entre muchas una imágenes que las identifica. El  buda sentado del Budismo, el candelabro de siete brazos del Judaísmo, la diosa bailando del Hinduismo, la peregrinación a La Meca del Islam, por mencionar algunas. El Cristianismo, dentro de su vasta colección de imágenes, evoca aquella de Jesús sentado sobre una colina con los brazos extendidos diciendo: “Dejad que los niños vengan a mi.” Razón por la cual, un sacerdote pederasta es un autogol eclesiástico.

Una profesión sobre la cual la sociedad vuelca su confianza, segura de que representa las virtudes humanas que hacen amable la supervivencia y la convivencia, termina convertida en fuente de maltrato de niños. Es cierto, no son todos. Como en todas las instituciones hay quienes representan a cabalidad lo que la profesión pretendió en sus orígenes y también, como en este caso, hay curas pederastas.

Un sacerdote pederasta no es cualquier persona. Es una persona en la que el niño confía. Un niño protegido en  la seguridad de su casa y de su colegio, sus padres y maestros como única referencia, los ha visto confiar en la sotana. Un niño a quien, probablemente, sus cristianos padres aun no le han hablado de sexo. Un niño.  Y no cualquier niño, un niño que confía en el pastor. Hay un crimen más atroz, quizás. Que la institución para la que trabaja lo proteja. Cuando un gobierno detecta un funcionario corrupto lo despide. Si en las fuerzas armadas sucede lo mismo, lo destituyen. Un trabajador que no le cumpla a la empresa lo botan. La empleada doméstica que se robó un cubierto se va. Y al sacerdote pederasta lo esconden? Y no lo esconde cualquiera. Lo esconde la institución que históricamente se ha levantado como adalid del amor, la bondad, la compasión, el respeto y la justicia. Y no esconde a cualquiera. Esconde a un hombre que ha traicionado la confianza de un niño, ha engañado a sus creyentes padres, ha atropellado la doctrina que profesa, ha pisoteado los votos que adquiriera, ha cometido un delito y, lo imperdonable, ha matado la inocencia. Impunidad a pederastas? Por los niños victimas de pederastas, por todos los niños, el mundo adulto debía acunar la frase: “Dejad que los pederastas vengan a nosotros” así, por lo menos, se estarían midiendo con los de su tamaño./Sylvia Dávila Morales ®


28 August 2010

MADRES SIN FRONTERAS



By: Sylvia Davila MM
Bogotá
Copyright
FotoL Laura Wills D


Madres las hay de todas clases, pero lo que todas tienen en común es esa determinación profunda y ese amor sin fronteras cuando se trata de los hijos.
Para quienes no conocen a Luciano, Luciano es un pez que vive la habitación de María y el cual, cuando la niña entra, se hace docientos metros a la redonda en la pecera. Con Suko, el perro y Paco, el novio, Luciano es uno de los consentidos de la niña y, por lo tanto, lleva una vida feliz. Bueno, la llevaba hasta que la María se fue una semana de vacaciones dejando a Luciano al cuidado de Cecilia, su atareada madre.

Transcurridos ocho días del viaje, una tarde cualquiera María llama a la mamá a reportarse. Entre cosa y cosa cayó a pregunta: “Mamá, le has dado comida a Luciano”? momento en el cual Cecilia deja de respirar, palidece, grita y corre a la habitación de la niña esperando encontrarse un pez muerto por inanición. Efectivamente, en su pecera Luciano utiliza sus últimas fuerzas para mantenerse a flote. Los ojos desorbitados, Cecilia observa a Luciano incapaz de reconocer si eso que está haciendo - o sea, nada - es normal, dado que es la primera vez en toda su vida que observa detenidamente a un pez. Con la conciencia destrozada vuelve al teléfono, confiesa a María su inexplicable olvido y le describe la situación de Luciano. Alarmada, María le pide: “Mamá!! Llévalo YA al veterinario!!”, a lo que Cecilia con esa siempre impredecible, pero sobretodo sorprendente, capacidad de reacción de las mamás, responde: “OK!” 

Acto seguido y con toda propiedad, Cecilia corre a la cocina, regresa a la habitación y se le aparece al pobre Luciano con una coladera en la mano. Por respeto a Luciano, voy a pasar por alto los veinte minutos de boleada de coladera, splasshhh, ay Dios míos, brutas carajos que se sucedieron unos a otros hasta que, por fin Luciano muy lúcido, entendió que sería mejor dejarse meter en la bolsa que la triste suerte que le esperaba con la coladera.

Tras descartar dos hospitales y una clínica, y dado que ahora Luciano y con razón parecía un cadáver, Cecilia resolvió llevarlo a la tienda de mascotas en donde lo había comprado. Tomó la bolsa, subió al auto y puso a Luciano de copiloto en el asiento contiguo. Arrancó veloz rumbo a la tienda de mascotas pero ignoro por qué en situaciones como esas tiende a imponerse la ley de Murphy: a pocos metros de su destino, un semáforo cambió a rojo, Cecilia puso el pie en el freno, el auto se detuvo, la bolsa se volteó y salió disparado Luciano...

Luciano es, quizás, el único pez del planeta que tiene una idea precisa de lo que es un parque de diversiones. Rodó por la silla como en tobogán, saltó sobre el freno de mano, se perdió en la oscuridad del asiento trasero y apareció saltando a los pies de Cecilia. La música de fondo de la escena estuvo a cargo de todos los autos que pitaban detrás de ella. Ignoro si por amor a María, compasión con Luciano o desesperación con los pitos, Cecilia se armó de valor y con su veintena de pulseras tintinando, le mandó la mano y en un sólo intento lo atrapó. Luciano y su nervious breakdown fueron a dar de nuevo a la bolsa.

En la tienda de mascotas lo consintieron y le dieron de comer pero no pudieron calmarlo, porque Luciano sabía que tenía que regresar a la casa por el mismo camino, en la misma forma y con la misma conductora. Total, María regresó de vacaciones y Luciano nada de nuevo en su pecera, pero dolido. Ahora, cuando la niña entra ya no da las docientas vueltas a la redonda. Ni hablar cuando entra Cecilia. Cuando la ve, simplemente se voltea boca arriba y se hace el muerto/ SILVIA DAVILA MORALES ® Photo: Laura Wills (R)

22 August 2010

INDIGNADOS?



By: Sylvia Davila MM
Bogotá

ENGLISH VERSION

 Dice la prensa que corre en el Congreso un proyecto de ley para limitar las portadas de los diarios. La necesidad de callar a otros tiene que ser inseguridad sobre la capacidad propia para defender argumentos, convencer con ideas, o persuadir con convicción. Si un argumento es sólido por qué temer que lo controviertan? Si se dice la verdad por qué temer que la cuestionen? Si se propone algo de valía por qué temer que alguien disienta? Ideas contrarias, por qué temerles? Por que el miedo?

Limitar la portada de los diarios. Limitar lo que se dicen? la cantidad que dicen? la forma en que se dice? a quien lo dice? La persona que lo dice? En cualquier caso, el proyecto parece querer limitar la información o la posición del diario sobre la información. Pero entonces, quién va a decidir cual es la información “correcta” o la posición correcta? Políticos adscritos todos a un mundo rotativo de favores? La decisión la toman en términos colectivos un periodismo responsable y justo, y en términos individuales la conciencia propia.

Por que el miedo? La libertad de pensar y de expresarse está consignada en casi todas las constituciones del mundo incluida la nuestra. Forma parte de los derechos fundamentales. El respeto siempre ha sido condición de la convivencia, el respeto a los derechos básicos que alimentan la existencia. A todos el mismo derecho. Cobijados por la misma ley, dueño cada uno de su convicción y confianza, por que temer? Si en el grupo social en el que usted se mueve alguien decidiera que, de ahora en adelante, va a limitar la oportunidad de hablar de los otros, no saltarían todos indignados? Pues bien, ese es el proyecto de ley que anda dando vueltas en el Congreso. Indignados? OK. Si no entonces aprendan a que los obliguen a estar callados/ SYLVIA DAVILA MORALES®

Del Oscurantismo al Santismo


By: Sylvia Davila MM
Bogotá

ENGLISH VERSION
Lo que mas me sorprendió de estos ocho anos que se cierran, no fue tanto el presidente de los colombianos como los colombianos. Porque en nuestra no muy larga pero sí convulsionada historia, hemos tenido presidentes de todos los matices en cuanto a capacidad y personalidad. Todos, sin embargo, cubrieron su períodos con un manto que, en realidad o en apariencia, promovía, protegía y cumplía las leyes. Las leyes que, en teoría, son iguales para todos y que aplicadas en la práctica a todos, nos protegen a todos. Nos hacen libres. Tuvieron también esos presidente una opinión pública, con voz o sin voz, que, también en realidad o en apariencia, las acataban.
En estos últimos ocho años, sin embargo, las leyes fueron quebradas, pasadas por alto o ignoradas en todos los estratos, estrados y escenarios, no por los ciudadanos del común sino por quienes tienen la función de defenderlas.  La ley prohíbe matar, sin embargo se mató premeditadamente a niños inocentes (los falsos positivos). La ley prohíbe comprar votos con favores, sin embargo se dio la feria de las notarias. La ley prohíbe que personas con hojas de vida cuestionables ocupen cargos públicos, sinembargo una buena porción del congreso elegido esta en la cárcel. La ley ordena proteger la intimidad de las personas, sin embargo se dieron las chuzadas a jueces y periodistas. La ley ordena proteger la salud y la vida de los ciudadanos, sin embargo se redacto un manual de persecución física y psicológica sistematizada. La ley promete proteger la propiedad privada, sin embargo, miles de kilómetros de tierras arrebatadas a sangre y fuego fueron retituladas. La ley castiga la calumnia y la mentira, sin embargo, la Corte Suprema de Justicia fue objeto de la una y de la otra. Y así podríamos seguir revisando los titulares de los diarios.
Mirado en conjunto, durante estos ocho años se impuso una cultura que privilegia la fuerza bruta, ignora las bondades de la razón, a la cual no la detienen las leyes, para la cual no existen los derechos humanos. Se impuso en todos los estratos, estrados y escenarios la cultura paramilitar. Buscando detener la ya octogenaria, violenta, criminal y torpe guerrilla, se dio rienda suelta al mismo fenómeno pero en la otra cara de la moneda. La guerrilla y los paramilitares son idénticos. En términos de una sociedad, ambas son fuerzas que consiguen sus objetivos quebrando, pasando por alto o violando las leyes. Como hiciera Simón el Bobito para deshacerse de un bulto de tierra, se abrió un hoyo en la tierra… Así como Einstein afirmo un día que el universo es mucho más complejo de lo que podemos entender, el presidente saliente era mucho más elemental de lo que el país pudo ver.
Pero lo sorprendente no fue tanto la abierta violación de las leyes por parte de quienes debían defenderlas, sino la absoluta indiferencia de la mayoría de los colombianos y la masiva aprobación que le dieron al presidente bajo cuyo mandato sucedieron todas esas cosas. La falta de solidaridad fue el trademark de esos años. Quizás porque no fueron sus hijos los que fueron contratados para ser asesinados, o porque no fueron sus fincas, casas o negocios los arrebatados a bala. Se ignoró a quienes fueron perseguidos quizás porque no estuvieron nunca en sus zapatos. En estos ocho años, el país se volvió ciego, indolente y rebaño. Las leyes quedaron huérfanas y a la deriva defendidas con valor sólo por la Corte Suprema de Justicia.
Por eso el reto del presidente entrante tiene dimensiones históricas. Debe no sólo devolverle a la Presidencia una visión global, el valor de la razón y del corazón, el respeto por el pensamiento y la vida, la convicción sin miedo, la determinación sin represión, la sabiduría, sino que debe devolverle al país algo que, a la postre, es irremplazable para la unidad nacional: debe devolverle la dignidad a los colombianos. Porque si la vida los ha de hacer rebaño, es deber del pastor llevarlos a buenos pastos. Para hacerlo, el Presidente entrante puede y tiene todos los elementos en las manos. Quiera Dios ayudarlo, para dejar atrás estos ocho años que pasaran a los libros como el Oscurantismo de la historia de Colombia. Ojalá el sol que apareció después de la lluvia en la tarde de la posesión sea un buen presagio, y el nuevo Presidente pueda con su collar Kogy coronar a Colombia de salud, justicia y buen gobierno.