26 May 2010

COLOMBIA ES DE COLORES



By: Sylvia Davila MM
Bogotá


ENGLISH VERSION

Siempre he pensado que la “cultura” sufrió una terrible suerte al quedar confinada a un renglón de un programa de gobierno. Si empezamos desde el primer día de la creación, la cultura es el resultado de un largo proceso. Empieza, creo, con una comunidad delimitada a un territorio especifico. Sigue, talvez, con las necesidades primarias de esa comunidad satisfechas. Continua, quizás, con un acuerdo básico de convivencia. Y, cuando la comunidad organizada reconoce a cada individuo el derecho a pensar… surge “el arquitecto egipcio, el astrónomo babilonio, el profeta hebreo, el gobernante persa, el poeta griego, el ingeniero romano, el santo hindú, el artista japonés y el sabio chino”*. La cultura no necesita permiso. Cuando se le respeta el derecho a pensar, el siguiente paso natural es crear.

Y ahí es cuando le damos gracias a Dios por la música, la poesía, la literatura, el baile, el teatro, el cine, la televisión y – para no salirnos de contexto -, el carnaval de Barranquilla, el festival de teatro de Bogota, los cuenteros de Chapinero, el festival Vallenato, la orquesta Batuta, la Opera, las vestimentas indígenas, las gordas de Botero, el currulao y el merengue, la salsa por supuesto, los tamales de pipian y el ajiaco, las ferias de Cali y las de Pasto, los capachos llaneros y el chocolate cachaco, las mantas guajiras, la Candida Erendida y Rin Rin Renacuajo, los valles, los dos mares, la selva, el desierto, el llano y la Cordillera de Los Andes. Colombia es de colores. Quizás es por eso que en estas elecciones a los tradicionales azul y rojo se le sumaron el naranja, el amarillo, el verde y el blanco. Esa es nuestra cultura: de colores. Y que cada comunidad adscrita - ya no a un territorio especifico, sino a ideas específicas - piense y lo exprese entre otras cosas con colores, da esperanza a todos. Es la esperanza de cualquier país que quiera producir arquitectos, astrónomos, profetas gobernantes, poetas, ingenieros, artistas y sabios.  El derecho a pensar y a expresarse libremente ES la cultura que se expande en conocimientos, en originalidades, en artes. Uno puede pedirle a un candidato muchas cosas, pero si asegura esa, todos como país y cada uno como individuo, tienen futuro. /SYLVIA DAVILA MORALES®

19 May 2010

EL PITO


By: Sylvia Davila MM

Bogotá

Vivo sobre una calle muy transitada cerca de un semáforo. El lugar es una intersección en la que se cruzan dos océanos de carros. Entre las cinco de la tarde y las siete de la noche,  un río de automóviles se instala bajo mi ventana. Cada dos minutos, el tiempo que dura en cambiar el semáforo, todos pitan.  Y lo hacen de cinco a siete todos los días. Los he estado observando.

Supongo que el diseño inicial de un automóvil incluyó un pito con la intención de hacerlo útil. Si alguien va a cruzar la calle desprevenido, se pita. Una tractomula en reversa que no nos ha visto, se pita. Un amigo caminando por el anden, pues sí se pita. Pero en un semáforo? El semáforo cambia y antes que la fisica misma pueda entrar en acción para movilizar la masa todos pitan! A veces, se forma un trancon estrella: el de la derecha tranca al de la izquierda y el de arriba al de abajo, hasta que quedan las cuatro trompas mirándose y ninguno puede avanzar. Y, por supuesto, todos pitan.

Cada uno quiere imponer su propio afán. Si la viejita que lidera el puesto del semáforo se toma más de un tercio de segundo en poner la primera, sacar el cloch y acelerar, la muelen a pito. Y si no es una viejita sino cualquier persona que espera a que cambie el semáforo para poner primera, la muelen a pito. Situación sólo superada por el fenómeno de los peatones. Juicios todos en el anden esperan a que el ya famoso semáforo les de vía. Efectivamente, el río de automóviles se detiene pero no en cualquier forma. Un bus, dos taxis y cuatro motos se detienen con el pie en el acelerador, la primera puesta bajo la mano que empuña la palanca, y los ojos fijos - sin pestañar- en el semáforo. En el instante que el semáforo pasa a amarillo, el bus, los dos taxis y las cuatro motos arrancan sin mirar quien esta pasando o terminando de pasar la calle. Si el peatón es una señora con un caminador para trillizos, o una empleada cargada con bolsas del supermercado, un viejito de bastón, o un simple y común ciudadano, es posible que logren saltar para no ser atropellados pero seguro los muelen a pito. Los que pitan creen tener el derecho de imponer su afán. Los que pitan no solo quieren imponer su propio afán sino ignoran las necesidades de los demás.

Los “pitadores” además de generar polución auditiva son una manifestación diaria de intolerancia y agresividad. He intentado parches para los oídos pero terminé dándole gracias a Dios por mi iPod y mis audífonos./SYLVIA DAVILA MORALES®

15 May 2010

SE CAMBIAN MONAS



By: Sylvia Davila MM
Bogotá

El álbum Panini de futbol debe ser tan viejo como el mundial . Desde que tengo memoria hacer el álbum era el calentamiento obligado previo al mes de descerebrada televisiva. Se ahorraba para comprar tres, cuatro, cinco, ojala diez sobres. Ninguna tarea, trabajo o examen  detenía la ceremonia de sentarse a abrir sobres y pegar monas. El siguiente paso, cambiar monas. Los corrillos podían verse en toda esquina, recreo o casa. Cuando se acercaba la fecha de inicio del mundial, el cambio de monas se ponía frenético. Había que terminarlo cosa que, gracias al cambio de monas, siempre sucedía para todos. Era una empresa colectiva.

Este año era posible comprar una caja con la totalidad de las monas y llenar el álbum en una sentada.  Y hasta ahí llegó la diversión. Comprar un par de sobres cada dos días, revisar listas, verse con los amigos, el cambio de todos con todos quedo reducido a una cosa: tener dinero para comprar la caja. El oficio hecho sin disfrutar el camino. La expectativa, la emoción, el contacto con otros, el esfuerzo, el placer de cada mona conseguida… la empresa colectiva perdida. La vida rápida sin ritmo, sin tiempo para alegrías, sin limites. Qué fue del cambio de monas?

Cargué mi fajo de monas varios días con la esperanza de encontrar quien quisiera montarse a la empresa colectiva de llenar el álbum Panini de futbol. Sólo un sobrino se compadeció y me cambió algunas. Así que opte por comprar otro álbum que llenará mi otro yo. Así, por lo menos, no tengo que salir a cambiar monas./ SYLVIA DAVILA MORALES ®

SUPERHEROES



By: Sylvia Davila MM
Bogotá


ENGLISH VERSION

Mi infancia estuvo rodeada de seres que no eran cualquier ser. Eran superhéroes. Si, la generación que creció con la pasividad impenetrare del Sr. Spoke, el calculo intuitivo de Sherlock Holmes, la lucha por la justicia de Clark sin gafas Superman, la sonrisa del gato de Alicia, y el Martini doble sin mezclar de Bond, James Bond, está en shock.  Estos héroes en el nuevo milenio son irreconocibles.


Holmes no se cambiaba la gabardina, es cierto, pero su único acto de fuerza era prender el fósforo para prender la pipa. Una aguda capacidad de deducción resolvía el caso de turno, siempre a expensas de Watson. El  Skerlock Holmes de hoy, desgreñado y borracho, enfrenta sus investigaciones con toda clase de armas y destruye una zona de Londres cuando apenas están rodando los créditos del comienzo. Irreconocible.


Superman, el hombre de acero con conocimientos de otro mundo empeñado en luchaba por la justicia. Le quitaron lo que lo hace súper, los poderes, para recibir una paliza callejera. Irreconocible.

Bond tenía licencia para matar para defender el mundo. Esperábamos que Penny Lenny finalmente le robara el corazón,  Q nos deleitaba con la última tecnología, y M exponía el reto de turno. El Bond de hoy mata a un hombre en un hotel antes que se haya pronunciado una sola palabra en la película. Irreconocible.

Los más sorprendentes, el Sr. Spock y Alicia.  Difícil saber hasta que insondable caverna de la confusión se puede llegar para poner al Vulcano por excelencia a darle trompadas al capitán Kirk. Si Spock viera la nueva versión de si mismo, levantaría la ceja y diría ilógico. Irreconocible. La utima sorpresa es Alicia su delantal de tul, vestido azul y libro, transformada en una Juana de Arco. Armadura y espada.


Si, debo estar vieja. Pero no puedo dejar de soltar una lágrima por nuestros amados superhéroes convertidos hoy en superhéroes armados. Una duda me asalta:  qué superhéroes tienen los niños?
SYLVIA DAVILA MORALES®