A WORD ON EARTH NEWS
Two circumstances meet at the dawn of this millennium.
On one hand, the world at large and Europe in particular, is facing a huge
challenge where all the variables for survival are at stake. Great minds all
around the world are struggling to find solutions at the root of the problems, to empower
and handle change, to put together a puzzle that would save not just countries
but the world as a whole. On the other hand, there is certain synchronicity in
the countries that keep royal institutions, mainly in Europe: a new young
generation of kings and queens, racing families, that are or are about to take
their place in history. Their interesting position as permanent focus of
attention of their peoples and of the world could make them not just ambassadors
but actual workers on the issues that are critical at these times and that need
people´s understanding and commitment. Issues that will define the course of
history. William of England, the lion at its best; Spanish Felipe, Swedish
Victoria, William of the Netherlands, Frederic in Denmark, Norigean Hookon,
Albert of Monaco, William of Belgium, just as Japanese prince Naruhito and some of the Arabian
kings, build a new generation of men and women that command Media
attention, respected and loved by many, that could be key to spreading
understanding of the issues that matter the most for their countries, their
Unions and the World at large.
Time clock is again giving its gong. Long reigns as
that of British Elisabeth II which reaches its sunset with duty successfully accomplished,
set the dawn for a new era, a changing world, a unique moment for royalties to
recall the good old fairy tale where peoples were guided by them to safety
while sheding light on both. / June 4/2012 - Sylvia Davila Morales (C)
EL SELLO REAL
Después de la caída del imperio romano, las comunidades europeas
quedaron a la deriva rodeadas de invasores. El hombre que pudiera reunirlos y
protegerlos ganaba su lealtad y se convertía en su rey. La institución adaptada
a cada cultura específica y moldeada por los tiempos, sobrevivió varios siglos
hasta que el reloj del tiempo sonó su gong
con la revolución francesa y una nueva era de gobiernos del pueblo vio
la luz. La realeza desapareció en algunos
lugares y en otros adoptó un nuevo rol: símbolos de unión para sus pueblos y
embajadores de su cultura en el mundo. Con la revolución mediática, su
elegancia y carisma los convirtió en blanco de la curiosidad popular, en fuente
de ingresos para los medios, y en modelos viajeros del mundo de la moda. Sin
importar el trabajo que hagan para sus países, para el mundo pertenecen al
mundo de las revistas, una situación que no necesariamente tiene que ni debe
ser así.
Dos circunstancias se unen felizmente en este comienzo de milenio. De un
lado, el mundo en general y Europa en particular, enfrentan desafíos que
incluyen todas las principales variables de supervivencia. Grandes mentes de todo
el mundo trabajan sin descanso para encontrar soluciones en la raíz de los
problemas, para promover y manejar un cambio, para armar el rompecabezas que
salve no solo a los países sino al mundo como una unidad. De otro lado, en los
países que mantienen instituciones reales, especialmente en Europa, se da
cierta sincronización: una nueva generación de reyes y reinas criando familias
que están ya, o están ad portas, de ocupar su lugar en la historia. Su
interesante posición como foco de atención de sus pueblos y del mundo en
general, los podría convertir no solo en embajadores sino en trabajadores de
los asuntos que son críticos en estos tiempos y que requieren de la comprensión
y compromiso de todos. Temas que definirán el curso de la historia. Guillermo
de Inglaterra, el león en su mejor momento, Felipe de España, Victoria de
Suecia, Guillermo de Holanda, Federico de Dinamarca, William de Bélgica, Hakoon
de Noruega, así como Naruhito de Japón y algunos de los príncipes de Arabia,
conforman una nueva generación de hombres y mujeres que comandan la atención de
los medios, respetados y amados por muchos, que podría ser clave en popularizar
los temas de supervivencia que más importan para sus pueblos y para el mundo.
El reloj del tiempo suena de nuevo su gong. Largos reinados como el de
la Británica Isabel II que culmina con el deber cumplido satisfactoriamente, marcan
el inicio de una nueva era, un mundo cambiante, un momento único para que la
realeza evoque el viejo cuento de hadas en el que los pueblos se ponían a salvo
bajo su guía al tiempo que ponían luz sobre ambos. / June 4/2012 - Silvia Dávila Morales ©
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