ABAJO EN ESPAñOL
By: Sylvia Davila Morales/
Bogota/Copyright
February 2/2013
My blog adventure began with a void, february the second, three years ago. When my children left our home to study abroad, I found myself facing something I had not experienced in twenty years: I did not know where they were. The girl in Los Angeles and the boy in Washington DC, yes, but that mother's constant need and habit to know where they are, to see them coming in and out the front door, their calls, their reporting themselves daily, suddenly, was permanently unsatisfied. No one to complaint to about it, they were accomplishing what we, mothers, intended for them: to be able to live in this world without us. That's a mother job. But then, one day, I heard that all youth was going crazy with a brand new internet toy, Facebook. They gathered there, they said, to talk to each other live! Yes, I had found a way to know my children's whereabouts. Very discretely, I opened a page, filled all the required data and waited anxiously to see a whole new world appear before my eyes, just to find that to talk to someone there, obviously, friends were needed. I had none. So I asked my children to be my friends. Fortunately, they agreed and, perhaps out of pity with my blank page, they sent me all their friends links. My page, like spring, flourished with the names of the boys and girls I had seen grow up from kinder garden to graduation day, all my children.
Aware of the fact that, at the time, Facebook was a sacred place for the youth, I would just sing in every now and then to read a line written or see a photo shared by my kids to know that they were alright living abroad. Some time later, as I was moving out from my old apartment where all of them had grew up, the old arm-chair that lived in the studio happened to be too big to fit in my recently acquired new flat. It was a piece of furniture that carried the traces of their parties, their study sessions, their chats, their heartbreaks, their meals, and their various TV and web games. Even their laughter remained trapped inside the old fabric. Out of the blues I wrote a line in my page: does anybody want my old studio arm-chair? and there I understood Facebook. In a few seconds a rain of answers fell, all of them wanted it. The arguments and reasons each one of them gave to claim the rightful ownership of the chair made my day. With my laptop screen full of posts, I realized that all those beloved faces that I thought life was already spreading away, were there all the time. I had an audience: the children.
But as it happens, my passion for writing is never "short". It seems that I always need more that a paragraph. My pen longs for space. My daughter suggested I should open a blog and post the link in my Facebook page. Look in Google for Blogger, follow the instructions and you're done, she said. Scared, as always, with my technology-abilities handicap, I tried and, in a few minutes my blog was born. The name also came in seconds, a word-game that would make them smile: pipol which read aloud in Spanish sounds people, and a magazine so that I would not have to constrain my thoughts to any specific field but play with anything that came into my mind. I also found in my archives the photo that crowns it: the figure-shadows of my children reflected on a white stone in Greece. As they had been the original motive of the adventure, they look happy, healthy, beautiful and strong, they are eternalized in the stone as they are in my heart, and the background suggested an ancient civilization that would enlighten them to lead a brilliant life, I thought it would fit well in my recently born blog. It would also be a place for everybody's eyes only.
The children, the audience, I began writing about issues that interested them: superheroes films, the soccer world cup, stories that would make them laugh. But after a while I realized that, surely, no one was reading a line, too much instant traffic to stop for a while in my prose. So, I found myself facing only Sylvia in a paradise, a wide field where my pen could ease its longings. Anything and everything would do: observations from my cave, brain-storms, Earth seen from above, profiles of beloved souls already gone, stories, invisible universal links, people I believe in and causes I care for, a paradise where words and thoughts would play. Now, three years later, after one hundred and thirty five posts, nineteen brave followers, a branch of people in other parts of the world reading it, and me watching my late fifties reach the corner of a new decade, wrinkles witness of every taken step, the children gone, an elusive home, alive and alone, stubborn and straight, hopeful and strong, a writer-born cruising across second millenium on turning blue Earth, I realized that my pipolmagazine has been and is a place where whatever it is I am opens its wings, a self wonder flight. May I put myself to any other tasks, still my little paradise is my soul refuge. That is why I use these lines today to say happy birth day pipol, all people, all peoples. Pipolmagazine.
Sylvia Davila Morales
Copyright - February 2/2013
...Y ASI PIPOL VIO LA LUZ
La aventura de mi blog empezó con un vacío, el dos de febrero, hace tres años. Cuando mis hijos partieron a estudiar al exterior me enfrenté a una situación que no había vivido en veinte años: no saber en donde andaban. Si, la una en los Ángeles y el otro en Washington DC, pero esa necesidad, ese hábito de las mamás de saber en donde están los niños, verlos entrar y salir por la puerta, las llamadas, las reportadas diarias, de un momento para otro, quedaron permanentemente insatisfechos. Nadie a quien quejarse porque los niños estaban haciendo lo que toda mamá intenta que hagan: ser capaces de vivir sus vidas sin nosotras. Es el trabajo de las madres.
Estaba dispuesta a resignarme hasta que un día oí que los jóvenes estaban enloqueciendo con un nuevo juguete de Internet, Facebook. Se reúnen ahí, decían, todo el tiempo para conversar en vivo! Muy bien, había encontrado una forma de saber de mis hijos diariamente. Con mucha discreción abrí una pagina, llené todos los campos requeridos en el formulario y espere ansiosa ver todo un nuevo mundo aparecer frente a mis ojos, sólo para constatar que para hablar con alguien en Facebook se necesitan, obviamente, amigos. No tenia ninguno. Le pedí entonces a mis hijos ser mis amigos. Afortunadamente aceptaron y quizás por pena con mi pagina en blanco me enviaron los links de todos sus amigos. Mi página, como en primavera, floreció con los nombres de los niños y las niñas que había visto crecer desde kínder hasta la ceremonia de graduación.
Consiente de que en ese momento Facebook era un lugar sagrado para los jóvenes, me limitaba a entrar de vez en cuando a mi página para leer una línea escrita o ver una foto compartida por mis hijos y constatar que estaban bien. Un tiempo después, sin embargo, cuando me disponía a trastearme de mi viejo apartamento en el que todos crecieron, la vieja reclinomática que vivía en el estudio resultaba demasiado grande para mi recién adquirido nuevo loft. Se trataba de un mueble que llevaba las huellas de sus fiestas, sus sesiones de estudio, sus conversaciones, sus despechos, sus comidas y sus innumerables juegos de TV y de Internet. Hasta su risa permanecía atrapada dentro de la vieja tela. Sin pensarlo mucho escribí una línea en mi página: alguien quiere la reclinomática? y en ese momento entendí Facebook. En un instante cayó una lluvia de respuestas, todos la querían, y los argumentos y razones que cada uno daba para reclamar sus derechos sobre la silla, hicieron mi día. Con mi pantalla del computador llena de respuestas, caí en la cuenta de que todas esos rostros queridos que yo pensaba la vida estaba ya llevándose lejos, por el contrario, estaban todo el tiempo ahí. Tenia una audiencia: los niños.
Pero tal y como sucede, mi pasión por la escritura nunca ha sido "corta", siempre necesita algo más que un párrafo. Mi lápiz añora un buen espacio. Mi hija me sugirió abrir un blog y publicar su link en mi página de Facebook. Buscas Blogger en Google, dijo, sigues las instrucciones y ya está. Asustada como siempre con mis pocas habilidades tecnológicas, lo intenté y en cosa de minutos nació mi blog. El nombre también nació en cosa de segundos, un juego de palabras que los haría sonreír: pipol que leído en voz alta en Español suena people como en ingles, y una revista (magazine) que me permitiría no tener que limitarme a un campo específico sino jugar con cualquier cosa que viniera a mi cabeza. Encontré también en mis archivos la foto que lo preside: las figuras en sombra de mis hijos reflejadas sobra una roca blanca en Grecia. Puesto que ellos habían sido el motivo original de la aventura, se ven en ella felices, sanos, bellos y fuertes, están eternizados sobre la piedra como en mi corazón, y el fondo de la foto sugiere una antigua civilización que los ilumina para llevar una vida brillante, pensé que estaría muy bien para mi recién nacido blog. Sería también un lugar confidencial para todos.
Con los niños como audiencia, empecé por escribir sobre temas que les interesan: los superhéroes de las películas, la copa mundial de futbol, historias que lo hicieran reír. Pero no pasó mucho tiempo antes de darme cuenta que, seguramente, ninguno leía ni una línea, demasiado trafico instantáneo como para detenerse en mi prosa. De manera que me encontré sola con Sylvia en un paraíso, un campo amplio en donde mi lápiz podía expandirse a sus anchas. Podía escribir sobre cualquier cosa y sobre todo: observaciones desde mi cueva, auto-deliberaciones, soliloquios, la Tierra vista desde arriba, perfiles de seres queridos y perdidos, historias, conexiones universales invisibles, personas en las que creo y causas que me importan, un paraíso en donde pensamientos y palabras juegan.
Hoy, tres años después, tras ciento treinta y cinco entradas de mi blog, diecinueve valientes seguidores, un manojo de personas en otras partes del mundo que lo leen, y yo viendo las postrimerías de mis cincuentas acercarse a la esquina de una nueva década, arrugas testigos de cada paso dado, los niños lejos, un hogar esquivo, viva y sola, terca y derecha, esperanzada y fuerte, nacida escritora navegando este segundo milenio en la azul esfera, me doy cuenta que pipolmagazine ha sido un lugar en el que sea lo que sea que soy abre sus alas, un viaje interior maravilloso. Aun cuando me aplico a otras tareas, mi pequeño paraíso es un refugio para mi alma. Es por eso que hoy utilizo estas líneas para decirle de mi a mi misma, feliz cumpleaños pipol, todos los pipols de este mundo. Pipolmagazine.
Sylvia Dávila Morales
Copyright - February 2/2013
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