Si la corrupción ha sido posible
a todos los niveles a lo largo de todo el país, se pregunta uno por qué puede
expandirse tan fácilmente?
La elección de personas que buscan el cargo para beneficio propio es
una de las razones. La falta o dificultad para controlar el uso de los recursos
públicos en todo en país tiene que ser otro. Si tuvieran freno no podrían
avanzar. La participación del sector privado o de personas que, también
buscando el beneficio propio, inducen la corrupción debe estar en la lista.
Pero quizás la principal causa, aunque parezca elemental, es que la corrupción
tal y como se da en el país es un negocio monumental.
Al corrupto que le roba al erario – a nosotros – inmensas cantidades
de dineros le pueden suceder una de dos cosas. La primera, nada, momento en el
cual se instala en una vida personal de opulencia mientras “profesionalmente”
continua aplicando y enseñando las múltiples formas de robarle al estado. La
segunda, que lo cojan, breve aparición en los medios, invierte parte de su
abultada cuenta bancaria en abogados que le busquen el quite a la ley, e
instala el resto de su inmensa fortuna en bancos o inversiones en el exterior.
De ser encontrado culpable, se le abre un proceso. Y, a él que es negociante,
se le da la oportunidad de negociar el castigo a cambio de información,
información que en rigor deberían conseguir los estrados policivos y
judiciales.
Una vez sentenciado y negociada la pena van a la cárcel tres o cuatro
años. Una vida holgada con salidas, visitas, celulares y negocios, ahorrándose
los costos de vida, la cárcel la pagamos nosotros, mientras los dineros robados
hacen dividendos durante los tres o cuatro años que están recluidos. Pasados
los veloces tres o cuatro años, salen a pedir chequera en sus bancos y a vivir
una vida de lujo aquí o en cualquier parte del mundo. Es una ecuación a la que
demasiados se apuntan: robo multimillonario, cárcel con ahorro y multiplicación
de dividendos, tres cortos años – resto de la vida, vida opulenta.
Y los demás? Los demás se quedan sin las obras e inversiones para las
que estaban destinados los dineros - alimento para los niños, salud para todos,
educación, obras públicas -, sin el dinero para hacerlas, e impotentes ante la
injusticia.
Se pregunta uno qué sucedería sin el lugar de rebajarles penas por
información se les negociaran días de cárcel por cada peso recuperado? Si sólo
pudieran compensar su tiempo de presidio por monto de dinero devuelto? Hasta el
último peso. Así, quizás, no solamente tendríamos de regreso los dineros que
tanto necesita este país dolorosamente inundado, sino que tendríamos corruptos
pobres. Eso tendría la doble ventaja de que se les cortaría el poder de seguir
corrompiendo y que sentirían en carne propia la pobreza, el robo y la injusticia.
Silvia Dávila Morales ®
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