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Sept 4, 2013
ABAJO EN ESPAÑOL
ABAJO EN ESPAÑOL
I have always hated weapons. Fortunately, we grew up in an environment that had none. Not even my grandfather, a Navy engineer Captain, had them around. He did have though, a very thin light air-charged rifle that shot very tiny iron sort of flat bullets. He used it in his farm to dissuade the variety of tropical fauna that lived around. During our family vacations, my brothers and cousins would always ask him to let them use it. He would set some paper targets and let them. Girls were not allowed.
One day, as I followed him through the woods, climbing the mountain in search of the water spring that would irrigate his many fruit trees, the air rifle swayed on his back before my eyes. I was a grown teen-ager. I asked him to let me try once. His first reaction was "no". I insisted. He got lost in his thoughts for a few seconds and finally said: let me find a target. He looked around the thick tropical forest and said pointing a place: "Do you see than thing that hangs from that tree?" The "thing" was a brown, uneven structure the size of a football hanging from a very tall tree: A waspᄡs hive - dark insects slimmer that a bee, with a much powerful sting, and the same kind of gregarious behavior. They also feed on fruits ruining his plantation. He showed me how to stand, how to lay the rifle against my shoulder and my eye behind the sight. Holding my breath I heard him say: "Do you see that little stick between the hive and the tree?" A stick of about three centimeters joined the wasp house to the tree. He continued: "Try to hit the little stick so that the hive falls complete and untouched. If, on the contrary, that little piece of iron hits any part of the hive, drop the rifle and run the woods down to the swimming pool because the entire hive will fly towards the place where the hit came from". Still holding my breath, the finger in the trigger, my eye focusing the hive, a disordered traffic of thoughts filled my mind: The hive, in fact, was beautifully built, it must have taken years to reach that size; I could think in many other ways to spend my vacations that running to avoid an army of furious wasps; I would put my old grandfather, my family and myself in a great danger; there must be other ways to get wasps away from the fruit trees; so far for the quest of water to irrigate the trees; I could see myself surrounded by a cloud of stinging insects; a happy family vacations would become a disaster: our neighbors would be upset with wasps invasion; just a little piece of iron will cause all that. In a few seconds, that rifle had brought to my life fear, doubt, and a variety of uncertain and dangerous results that involved not just me but everyone around. I put it down. It was the only time in my life I held one. My smiling grandfather put it back on his shoulder and we went on our way tracking the water through the mountain. Later on I learned that farm owners of the region had organized a group of people experts in pulling down untouched hives from trees to relocate them far from the fruit plantations because, whenever they touched them, all they got was the sky filled with angry wasps looking for a target where to sink the sting. Human behavior is alike. Americans, Europeans, Asians, Muslims, Latin Americans, human race. War can only breed war.
Just as war is, certainly, not the answer, it would not be fair to leave the Americans alone dealing with the horrid use of chemical weapons in Syria. As horrid as those weapons are, it is also a fact that they could not be used if they were not produced. The situation involves producers and dealers of that kind of weapons, produced and sold, until they reach stone-hearted hands. If they did not exist they could not be used. The entire world is responsible of stopping both production and use of them. Not taking military action does not mean, at all, to do nothing about Syria´s situation. The world has seen in the past and can figure out many and new peaceful, creative not violent ways to make a point when needed. About chemical weapons the World needs to stop its production. Should they be stopped in Syria they will pop up somewhere else. Again, if they do not exist they cannot be used. The whole situation, again, is about Humanity understanding that war breeds only war and that destruction is what it is made of. The only people that take gain from war are weapons producers and dealers. When war is unleashed, the rest of the world faces... the sting. /SDMM Sept 4, 2013
EL AGUIJON
Siempre
he odiado las armas. Por fortuna, crecimos en un ambiente en el que no había.
Inclusive mi abuelo, un ingeniero capitán de la Marina, tampoco llevaba nunca
con él ninguna. Tenía, sí, un rifle de carga de aire, liviano y delgado que
disparaba unas balas miniatura achatadas. Lo usaba en su finca para disuadir la
gran variedad de fauna que merodeaba. Durante las vacaciones de familia, mis
hermanos y primos le pedían permitirles usarlo. Abuelo organizaba objetivos de
papel y les permitía hacerlo. Las niñas no teníamos entrada.
Un
día, mientras lo seguía por el bosque, subiendo la montaña en busca del
nacimiento de agua que irrigaría sus muchos árboles frutales, el rifle de aire
se bamboleaba en su espalda delante de mis ojos. Le pedí dejarme probar una
vez. Su primera reacción fue “no”. Insistí. Se perdió por unos momentos en sus
pensamientos y finalmente dijo: Déjame
encontrar un objetivo. Miró a su alrededor y dijo: “Ves esa cosa que cuelga allá en ese árbol?” La “cosa” era una
estructura marrón de bordes desiguales, del tamaño de un balón de fútbol, que
colgaba de un árbol gigante: un panal de avispas – insectos oscuros, más
delgados que una abeja, con un aguijón mucho más poderoso, y el mismo
comportamiento gregario. También se alimentan de frutas arruinando su cultivo.
Abuelo me mostró cómo pararme, cómo apoyar el rifle contra el hombro y el ojo
detrás de la mira. Con la respiración contenida lo escuché decir: “Ves ese pequeño palito que une el panal al
árbol?” Un palo delgado de unos tres centímetros conectaba la casa de las
avispas al árbol. Abuelo continuó: “Trata
de darle al palito de manera que el panal caiga completo y sin tocar. Si, por
el contrario, ese pequeño balín pega en cualquier parte del panal, entonces
suelta el rifle y corre monte abajo hacia la piscina porque el panal entero va
a volar en la dirección de donde vino el impacto”. Todavía sosteniendo la
respiración, el dedo en el gatillo y el ojo en la mira, un tráfico desordenado
de pensamientos llenó mi cabeza: el panal, de hecho, estaba muy bien construido, debió tomar años alcanzar ese tamaño; podía pensar en muchas otras formas de pasar
mis vacaciones que corriendo para escapar de un ejército de avispas furiosas;
pondría a mi viejo abuelo, mi familia y a mí misma en un gran peligro; tiene
que haber otras formas de alejar los panales de avispas de los árboles
frutales; hasta aquí llegó la búsqueda del nacimiento de agua para las frutas;
podía verme rodeada de una nube de avispas frenéticas; las felices vacaciones
familiares terminarían convertidas en tragedia; los vecinos estarán muy
molestos con la invasión de avispas; y todo eso iba a causarlo un balín
miniatura. En pocos segundos, ese rifle había traído a la vida temor, duda y
una variedad de resultados inciertos y nada agradables que me afectaban no sólo
a mi sino a muchas otras personas. Bajé el rifle. Fue la única vez en la vida
que sostuve uno en mis manos. Mi sonriente abuelo, lo tomó, volvió a colgárselo
en el hombro y continuamos nuestras búsqueda del agua a través de la montaña.
Un tiempo más tarde, me enteré de que los vecinos de la región habían creado un
grupo de expertos en bajar de los árboles panales intocados para ubicarlos
lejos de los árboles frutales, porque cada vez que los tocaban todo lo que
conseguían era llenar el cielo de avispas furiosas en busca de objetivos en donde clavar su aguijón. El comportamiento Humano es el mismo. Americanos, europeos, asiáticos, musulmanes, latinoamericanos, la raza humana. La guerra sólo crea más guerra.
Y así como la guerra no es la salida, tampoco sería justo dejar a los Estados Unidos enfrentando solos el horrible caso de las armas químicas en Siria. Tan horribles como esas armas son, es un hecho que no podrían ser usadas si no fueran producidas. La situación involucra a productores y expendedores de esas armas producidas y vendidas hasta que caen en manos de un corazón de piedra. Si no existen nadie puede usarlas. El mundo entero es responsable de detener la producción y venta de esas armas. El Mundo, también, ha visto en el pasado y puede imaginar muchas formas pacíficas, no violentas de hacerse oír cuando es necesario. La situación en su conjunto, de nuevo, se trata de que la Humanidad comprenda que la guerra sólo produce más guerra y que destrucción es de lo que está hecha. Los únicos que sacan ganancia de ella son los productores y vendedores de armas. Cuando la guerra se desata, el resto del mundo enfrenta...el aguijón. /SDMM Sept 4, 2013
Y así como la guerra no es la salida, tampoco sería justo dejar a los Estados Unidos enfrentando solos el horrible caso de las armas químicas en Siria. Tan horribles como esas armas son, es un hecho que no podrían ser usadas si no fueran producidas. La situación involucra a productores y expendedores de esas armas producidas y vendidas hasta que caen en manos de un corazón de piedra. Si no existen nadie puede usarlas. El mundo entero es responsable de detener la producción y venta de esas armas. El Mundo, también, ha visto en el pasado y puede imaginar muchas formas pacíficas, no violentas de hacerse oír cuando es necesario. La situación en su conjunto, de nuevo, se trata de que la Humanidad comprenda que la guerra sólo produce más guerra y que destrucción es de lo que está hecha. Los únicos que sacan ganancia de ella son los productores y vendedores de armas. Cuando la guerra se desata, el resto del mundo enfrenta...el aguijón. /SDMM Sept 4, 2013
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